Ahora te voy a contar lo que me pasó hace dos meses. Fue la experiencia más divertida y la más hermosa que he tenido en toda mi vida. Hace dos meses, fui a la Univesrsidad Antonio de Nembrija a Madrid, porque estaba la presentación del libro “ Uno, ninguno y cien mil ” de Pirandello, traducida del italián al español por Alejo López García que es uno de los mejores traductores a nivel mundial. En esta ocasión, yo tenía que cantar y verdaderamente estaba muy feliz porque me gusta mucho leer y me intereso en literatura. Además estaba feliz de visitar la Universidad Antonio de Nembrija que es una de las universidades más antiguas de Madrid, junta a la universidad de Alcalá y Salamanca. Es una universidad muy importante también desde el punto de vista cultural porque cada año hospeda personajes importantes del mundo cultural y, además sus profesores participan siempre a acontencimientos culturales importantes a nivel mundial. Luego, fue fundata para homenajear a Antonio Nembrija que en 1942 escribió la primera grámatica de la lengua castellana. Desde entonces, la universidad no deja de ser el símbolo cultural más importante de España.
De todas maneras: “ BASTA DE CHARLAS!!! ” Y “ SIGAMOS ADELANTE!!!!!!”
Aquella mañana yo estaba muy nerviosa y cada vez que pensaba en el concierto sentía escalofríos que me pasaban por todo el cuerpo. Después michísimos años de trabajo, todavía sigo teniendo miedo del público. De todas maneras, llegue a la universidad a las ocho de la mañana. La noche anterior, alojé en un hotel que estaba muy cerca de la universidad . Cuando llegué, todavía no había nadie y así aproveché de la ocasión para dar una vuelta por la universidad. Tomé una taza de café y luego pregunté para la habitación de la conferencia. La presentación del libro de Alejo, tuvo lugar en el aula magna de la facultad de lenguas aplicadas. Era una habitación muy grande y lujuosa. Tenía una pantalla gigantesca y cerca estaba la pizarra que también era muy grande. Estaban sublevadas gracias a una especie de palco al que se subía gracias a dos peldaños. Estaban también las mesas y en ellas estaban los micrófonos y las botellas de agua. Alrededor de las mesas, había sillas y bancos donde los estudiantes podían tomar apuntes comodamente. Estaban también las flores pero no había roses, fortunadamente. Todo estaba preparado por la conferencia y todo me trasmitía soledad y grandiosidad. Miré al lugar pensando a lo que iba a hacer y enseguida se me pone la piel de gallina. Mis pensamientos fueron interrumpidos por una presencia extraña. De repente, vi a un chico que iba paseando por el aula y hablando entre sí. Llevaba un traje negro, una camisa azul marino y una corbata a rayas. Era muy guapo y me parecía un niño asustado. Me acerqué y le pregunté como se llamaba. Cuando me dijo su nombre yo me quedé surprendida. Estaba muy emocionada y le pedí su autógrafo. Luego vi que se sonrojó y él se limitó a decirme: “ Usted es la famosa cantante Eloísa Gómez de Montalbán. La he visto muchas veces por la televisión, pero así es mucho más guapa ”. Nos miramos en los ojos por un rato sin decirnos ni una palabra. De repente, llegó Pedro Peréz y la orquestra. Alejo viendo el montón de gente que entraba haciendo un ruido espantoso, se fue sin decirme nada más. Quería decirle un no sé qué, pero algo me paró. En aquel momento sentí sólo un gran calor en mi corazón y mi mente fue viajando por paises infinidos. Todo se interrumpió con la voz de Pedro Peréz que me preguntó quién era el chico que se había ido poco antes. Siempre he estimado a Pedro Peréz porque es un personaje de gran autoridad en el mundo del espectáculo pero cuando intervino en nuestra conversición quería matarlo. Aquella mañana estaba nervioso no sólo por el concierto sino que se puso nervioso también cuando me vio hablar con Alejo. Yo sabía que Pedro estaba enamorado loco de mí pero yo no lo quería y ya no sabía como demostrárselo. De todas maneras, fui a ponerme la ropa sin decirle nada más. Llevaba un traje largo de sera negro con un escotado chillón y unos zapatos de tacón alto. Al cuello llevaba un collar de oro muy costoso y llevaba también guantes negros de terciopelo que me llegaban hasta los codos. Llevaba el pelo atado que dejaba ver mi rostro enamorado. Luego, fui de nuevo al aula magna porque teníamos que ensayar. Sentí los ojos de Pedro sobre de mí y me sentía comer el alma por sus ojos hambrientos. Después de los ensayos, teníamos una hora de libertad y yo me fui a dar una vuelta para la universidad con la intención de ver a Alejo, pero no lo vi. No me faltó la compañía, en efecto estuve para todo el tiempo con Pedro. Después poco tiempo, empezó la conferencia. El presentador anunció el programa y luego dejó la palabra a nosotros. Había un montón de gente y personajes ilustres como Francisco Rico, crítico literario y ensayista, Molina, el gran escritor y, el noto actor y director cinematográfico Roberto Benigni. Mientras cantaba, con los ojos iba buscando Alejo que todavía no estaba. Comprendí que me había enamorado de aquel chico tímido e indefenso que esperaba a alguien que lo amara y protegiera. Al final de mi ejecución, el público de pie me aplaudió con fervor. Después el presentador de la conferencia presenta Alejo, el protagonista de ese acontencimiento cultural que pasará a la historia. De su emoción y de su tartamudeo, me di cuenta que era la primera vez que presentaba un libro a nivel internacional y tan importante en su carrera. De mi asiento lo animaba como podía y mirándolo en los ojos entendí que funcionaba. Después de una hora y media hubo la pausa. Durante la pausa, los invitados aprovecharon del buffet para conocerse mejor. Yo paseaba sola por el parque de la universidad cuando vino Alejo. Mis ojos se llenaron de una luz nueva viéndolo. Quería felicitarme y tratando superar su timidez me dio una rosa. Tan pronto como la vi empecé a estarnudar. No logré decirle nada. Él trató ayudarme pero vino Pedro que me condujo en la universidad donde me hizo sentar y llamo a un médico que me puso una inyección. Estaba mal. Pedro que estaba muy nervioso, quería matar a Alejo porque había entendido que se había enamorado de mí. Cuando estuve mejor, fui a buscar Alejo y cuando lo encontré le dijo a él que no me había pasado nada y que ya me encontraba mejor. Alejo de nuevo se sonrojó y yo le propuso ir a dar una vuelta por la Calle Mayor. Fuimos visitando las tiendas. Aquella fue la tarde más hermosa de mi vida. Por primera vez, sentí algo nuevo que yo nunca había experimentado sobre mi piel hasta entonces. Hablamos de nosotros y me parecía que ya nos conocíamos desde nuestro nacimiento. El tiempo pasó velocemente. Nos dejamos a las seis de la tarde pero no queríamos dejarnos. Estábamos para besarnos cuando vino Pedro para acordarme que teníamos que partir desde el aereopuerto de Madrid a las siete y media. Yo y Alejo nos dejamos así, con un simple autógrafo y un número de teléfono entre los dedos, pero yo nunca me olvidaré de aquellos ojos azules donde se podía ver el mar y de aquel chico que timidamente me buscaba.
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