sábado, 9 de diciembre de 2006

¡Qué encuentro!

Seis de la mañana y no me puedo dormir. Unos de los días más importantes, respecto a mi carrera, ha terminado (y casi casi también acababa con mi carrera, ese día...) ¿pesimista? nooo... simplemente veo el vaso completamente vacío...
Ayer tuve la oportunidad de presentar a nivel internacional después de tanto trabajo y duras penas, un libro que traduje.
Apenas puse un pié en el aula magna de la Universidad Antonio Nebrija se me puso la piel de gallina. Me sentía como Víctor (a Víctor Frankenstein me refiero) por el miedo a que el público no aceptase mi “creación” (así llamaba mi trabajo), que la rechazaran. ¿Inseguro? nooo... sólo pienso y vuelvo a pensar y una vez tomada una decisión, pienso otra vez.
Bueno, en pocas palabras presentaba la versión vasca y catalana de uno, ninguno y cien mil.
Fue un momento hermoso. Me sentí tan especial; parecía que yo era el sol de esa pequeña constelación y que los demás astros giraban en órbitas alrededor mío. Una vez acabado mi discurso, la famosa cantante lírica Eloisa Gómez de Montalbán realizó una extraordinaria presentación musical. Para felicitarla tuve la “brillante idea” de regalarle una rosa, ¡ojalá no lo hubiera hecho! ¡A quién se le iba a ocurrir lo que le siguió a mi acto caballeresco! La señorita Gómez se puso a gritar como una loca, se contorsionaba, ¡parecía una escena del exorcista! hasta que cayo al suelo desmayada. Pedro Pérez (manager de Eloisa) ante los gritos acudió inmediatamente. Recuerdo sus diabólicos ojos, su mirada llena de odio (¡creo que si no hubieran habido tantos testigos Pedro “el destripador” me habría descuartizado!).
En resumen, ¡Eloisa era alérgica a las rosas, a tal punto de cerrársele la garganta y no poder pronunciar ningún sonido! Así que, gracias a mi, ya no había quién pudiese hacer las partes musicales. Todo parecía perdido, pero una luz de esperanza llegó desde un lugar insólito: el cuarto de baño. A pedido del público explico la situación: Pérez al ver Eloisa en tales condiciones, fue corriendo al baño a buscar un poco de agua fresca para reanimarla. Mientras realizaba esta “operación” escuchó una maravillosa voz que provenía desde el interior de uno de los gabinetes. La mujer en cuestión era Juliana, la bióloga al igual que una caja de Pandora estaba llena de sorpresas. De hecho fue ella quien salvó la situación convirtiéndose en la sustituta de la cantante.
¡Qué deprimido que estaba! no lograba seguir con la presentación. Me sentía ajeno al mundo, no podía integrarme, para ser más explícito me sentía como Robbie, el protagonista de En el sur, cuando vuelve a Rosario después de tanto tiempo. Por suerte un evento me hizo volver la confianza en mí. Una estudiante universitaria se me acercó y me explicó que estaba realizando un ensayo y por lo tanto quería: “tener el honor de entrevistarme”
Bueno, fue así como conocí a Eloisa, Juliana, Iracema y Pedro. ¡Qué día de locos!

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